Contrario a lo que piensan ambientalistas, gobiernos y políticas de transición energética y cambio climático, comerciales y fabricantes de motores y filtros, productores de combustibles y lubricantes, y consumidores en todo el mundo, hoy es evidente, más que nunca, que nos hemos obligado a hacer mal uso de los hidrocarburos, desperdiciando más de la mitad de estos recursos, acabando con los motores y lo más grave, multiplicando emisiones de CO2 y partículas.

El desarrollo de arquitectura e investigación en ingeniería de máxima eficiencia de los fabricantes de eco-motores, hablando de diésel/acpm, desde los años 50 viene sumando cada vez más ventajas en rendimiento, al incorporar sistemas de inyección de combustible a presión, hoy en niveles muy altos (mayor 35.000 psi) y que exigen un consumo de hidrocarburos PUROS.

En Colombia y no somos la excepción, “canibalizamos” los sistemas originales de inyección: cuando estos llegaron, los eco-motores no prendieron y pusieron en evidencia la inocuidad de sus filtros desechables para depurar la alta contaminación en partículas de tamaño igual o mayor a 14 micras (más de 40 mil en algunos casos) presentes en los hidrocarburos que consumimos. Operamos eco-motores “tropicalizados” a menos de 700 psi. Los proveedores de eco-motores lo saben y nos los entregan sin eco-inyección y, por lo tanto, sin garantía ECO.

Exigir la entrega de combustibles puros para máximo rendimiento, es adoptar una acción responsable en cambio climático al cumplir nuestro compromiso con el planeta y nos pone al día con los beneficios técnicos, socioeconómicos y ambientales de la tecnología de eco-motores de combustión interna, eliminando gran cantidad de emisiones y por completo la disposición de aceites y filtros de papel, usados.

 

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